Desde sus inicios, AgroAmérica ha tenido un propósito claro: producir con excelencia, servir con integridad y contribuir al bienestar de las personas y del planeta.
A lo largo de los años, he aprendido que lo que realmente sostiene a una empresa no son sus cifras, sino los principios sobre los que se edifica.
Diversos estudios respaldan esta idea. Por ejemplo, “Corporate Culture: Evidence from the Field” (Journal of Financial Economics, 2022) encuestó a ejecutivos de toda Norteamérica y encontró que una cultura corporativa sólida —una que va más allá de simples declaraciones de valores— está estrechamente vinculada con una mayor productividad, innovación, decisiones éticas más firmes, mejor cumplimiento legal y un mayor valor empresarial. Sin embargo, también enfatiza que, en muchas organizaciones, los valores que proclaman con frecuencia no se traducen en la práctica diaria.
Los valores de AgroAmérica —diligencia, trabajo en equipo, honradez, perseverancia, responsabilidad y generosidad— son un legado vivo de mi padre, quien fundó la empresa en 1958 con una visión clara: trabajar con esfuerzo, actuar con rectitud y servir con el corazón.
Estos valores han sido nuestra brújula. No son palabras en una pared, sino principios que marcan cada decisión, cada siembra, cada proyecto y cada relación que construimos.
Diligencia: hacer las cosas bien, siempre
La diligencia es actuar con cuidado, compromiso y pasión por la excelencia. En AgroAmérica la vivimos en cada detalle: desde la siembra y el manejo del cultivo, hasta la calidad con la que llega cada producto al consumidor final.
Esa mentalidad de hacerlo bien, incluso cuando nadie nos ve, nos ha permitido obtener certificaciones internacionales, mantener relaciones de largo plazo con nuestros clientes y, sobre todo, formar equipos que trabajan con orgullo por lo que hacen.
Trabajo en equipo: la fuerza de la unión
Mi padre solía decir que “nadie llega lejos solo”, y con el tiempo comprobé que tenía toda la razón. El trabajo en equipo ha sido clave para que AgroAmérica trascienda fronteras. Gracias a la unión de nuestro personal, hemos logrado crecer más allá de Guatemala y llegar a diferentes países, compartiendo nuestra forma sostenible de producir.
El trabajo en equipo es cuando vemos a un técnico compartir su experiencia con un nuevo colaborador, cuando las diferentes áreas se coordinan para resolver un desafío logístico o climático, o cuando nuestros médicos, nutricionistas y promotores sociales trabajan juntos para mejorar la vida de las comunidades vecinas.
Esa misma colaboración ha hecho posible implementar proyectos sociales de gran impacto junto a instituciones, fundaciones y organizaciones internacionales, que han confiado en nuestra visión.
Nada de lo que hemos alcanzado sería posible sin la entrega colectiva de las personas que forman parte de esta gran familia.
Honradez: construir confianza
La honradez es más que un principio ético; es la base sobre la que se construye toda relación de confianza.
Ser honrados en nuestro trabajo, transparentes en nuestros procesos y fieles a nuestra palabra nos ha permitido mantener relaciones sólidas con clientes, comunidades y aliados.
La honradez es el camino correcto, el cual nos ha permitido mantener una reputación que vale más que cualquier reconocimiento: la confianza de quienes trabajan y colaboran con nosotros.
Perseverancia: no rendirse ante los desafíos
La agricultura nos enseña paciencia y resiliencia. No siempre el clima acompaña, ni los mercados son favorables, pero la perseverancia ha sido nuestra fuerza para seguir adelante.
Con esfuerzo y visión a largo plazo, hemos superado crisis naturales, económicas y sociales, manteniendo siempre la fe en nuestro propósito.
Esa constancia nos ha permitido innovar, diversificar productos y abrir nuevas oportunidades, como la producción de puré de banano elaborado a partir del fruto que antes se desperdiciaba, convirtiendo un reto en una oportunidad sostenible.
Responsabilidad: producir con conciencia
La responsabilidad en AgroAmérica se refleja en implementar prácticas sostenibles, cumplir con las normativas y certificaciones internacionales, y garantizar un producto no solo de calidad, sino también producido de manera responsable.
Esta responsabilidad se extiende más allá de nuestros cultivos: incluye un salario digno para nuestros trabajadores, el uso eficiente y responsable del agua, los programas de reforestación y conservación de la biodiversidad, y la operación de nuestro programa de salud integral que brinda atención médica a miles de personas en las comunidades cercanas.
Cada acción tiene un propósito: cuidar la tierra, a nuestra gente y al futuro. Ser responsables significa entender que el bienestar de las personas y del planeta está directamente ligado al éxito de la empresa.
Generosidad: compartir lo que hemos recibido
Mi padre fue un hombre generoso. Creía firmemente que el verdadero éxito no se mide en cifras, sino en la capacidad de compartir lo que uno ha recibido.
Ese espíritu sigue vivo en AgroAmérica. Lo vemos reflejado en los millones de bananos donados a lo largo de los años para combatir el hambre y apoyar a comunidades en situación de vulnerabilidad.
También lo vemos en nuestros programas sociales y ambientales, que buscan mejorar la calidad de vida, promover la educación, fortalecer la salud, proteger los recursos naturales y brindar oportunidades de desarrollo sostenible a las familias que forman parte de nuestro entorno.
La generosidad no empobrece; multiplica. Y en nuestro caso, ha multiplicado esperanza, confianza y oportunidades.
Un legado vivo
He mencionado algunos de nuestros programas en este blog, no para resaltar lo que hemos hecho, sino porque en AgroAmérica nos sirven como un termómetro para evaluar si nuestros valores realmente se viven y cuál ha sido su impacto.
Nuestro propósito es demostrar que sí es posible hacer negocios con conciencia, crecer con propósito e inspirar a otras empresas a invertir en sus trabajadores y en las comunidades donde operan.
Hoy puedo decir con certeza que estos valores siguen guiando cada paso de AgroAmérica.
No son frases en una pared ni compromisos escritos en un informe: son una forma de vivir. Una herencia que nos impulsa a mejorar, a servir con humildad y a recordar que cada acción cuenta.
Y cuando veo los frutos —colaboradores comprometidos, comunidades más fuertes, ecosistemas mejor cuidados—, entiendo que el legado de mi padre sigue dando vida.
Porque al final, el verdadero éxito de una empresa no está solo en lo que logra, sino en lo que deja.